Hace tres años, cuando el artista visitó México y se dio ese primer acercamiento, ya se cocinaba la posibilidad de una exposición de su obra en el país. No es sino hasta ahora que el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) presenta el trabajo del artista y activista chino, en “Restablecer memorias”, una exhibición que explora el tópico del dolor y los traumas de experiencias acontecidas en China y México, apelando a la memoria respecto a determinados acontecimientos que marcaron a ambas naciones.
La muestra está compuesta por uno de sus principales ready-mades titulado El salón ancestral de la familia Wang (2015), una obra de tintes políticos en artefactos históricos intervenidos. La estructura tiene una historia de 500 años, se trata del templo familiar de la dinastía Ming. El patrimonio estuvo en peligro de desaparecer al ser desmanteladas sus accesorias laterales tras la Revolución Comunista China. Fue hasta 2014 que el artista adquirió la estructura entera, que intervino y exhibió por primera vez atravesando dos galerías cercanas una de otra, en Pekín. Así, mostraba un doble discurso: por un lado, el destino de la cultura bajo un régimen comunista (¿el desmantelamiento?) y, por otro, un estado de libertad restringido y limitado… aunque su instalación en la sala nueve del MUAC la muestre en un contexto totalmente diferente.