Dos camas, casi clínicas, con ruedas, recorren un camino impredecible con marcadores de color en una pata. Al moverse van trazando su ruta, elipses abiertas que marcan el ritmo. De un agujero en el techo caen píldoras rojas y blancas para irse acumulando en el suelo. A un lado hay agua y conos de papel para ingerirlas. Carsten Höller es entomólogo y en cada pieza analiza un aspecto diferente de la consciencia humana.
El proceso de toma de decisiones se evidencia con Decision Tubes, la pieza creada específicamente para esta exposición en el Museo Tamayo, junto al despacho de arquitectura Delvendahl Martin. Esta hace que el visitante llegue a espacios no visitables del museo. El sentido de orientación se distorsiona al atravesar puertas automatizadas de espejo con Six Sliding Doors. El recorrido es un laboratorio que requiere de la relación activa del visitante; las piezas no están completas hasta que no son torcidas, pisadas, giradas o digeridas por este.
El trabajo de Höller es una exploración de nuestras propias proyecciones. Nos pone en un espacio incómodo que conecta con momentos íntimos a partir del trayecto en colectivo. Nos remite a la infancia, a la pérdida, al sueño y a estados de alteración sensorial. Y los gestos que parecen pequeños (tomar agua de un cono de papel, atravesar un marco para salir a la azotea del museo, caminar por una red que flota), son los que cuestionan verdaderamente la configuración tradicional de una exhibición de arte en un museo.