Chic by Accident, Emmanuel Picault

Emmanuel Picault, arquitecto, interiorista y creador francés, nos platica de su pasión por celebrar la vida, y su aventura profesional con la galería Chic by Accident. Nos habla también de la importancia de la geografía emocional y de la libertad para realizar su trabajo como arquitecto. Su calidez humana se siente en la manera en que se expresa y en la forma de vivir su vida personal y profesional. Está en un constante diálogo con otros creadores y eso es esencial en su trabajo. Cuando Emmanuel nos concede esta entrevista, está por viajar a París y después a Sicilia.

¿Te gusta viajar? ¿Qué tan seguido lo haces y qué tan necesario es viajar para tu trabajo?

Viajo todos los días de la colonia Roma a la colonia Polanco. Me gusta observar. No uso mi teléfono para checar mis mails, entonces veo todo: gente, bicicletas, un color, una publicidad…, y siempre le hago así. Antes de tener buen ojo o buen gusto hay que utilizar los ojos y observar. Hay que probar los sabores para saber si te gustan. Es un ejercicio innato. Mis viajes son diferentes tanto si voy a Polanco o a Sicilia. Es la misma intención, el mismo cuidado y finalmente es el mismo resultado en el sentido de la sorpresa. Después de más de 20 años en los que he vivido en México, me sigo asombrando. La esencia de esta sorpresa se tiene todos los días. Por eso todavía pienso quedarme en México, para que esta capacidad sorpresiva continúe. Estas sorpresas me mantienen alegre.

 

¿Cómo es tu estilo de vida en México?

Es una historia de celebración. Prefiero celebrar con varias personas y varios territorios. Puedo celebrar un momento de silencio solo, puedo celebrar un momento de atención en soledad. Mi vida en México es una mezcla que se ha nutrido del territorio mexicano y de los mexicanos. No nada más de la riqueza de sus paisajes, sino de la gentileza y amabilidad de su gente y del cariño y encima de todo de la ternura. Es una palabra que aprendí y descubrí en México, no estaba en mí ADN ni en mi educación en Francia. Mi infancia fue un poco más fría, más distante. 

 

¿Dónde vivías antes de llegar a México?

Estuve en Los Ángeles y antes en París. Estaba ya en proceso de encontrarme. Y en México me sentí muy bien.

 

¿Te sientes completo?

No sé si hoy en día me siento completo o si tengo que cuidar el equilibrio. Pero eso le toca a cada quien: ir caminando y descubriendo su destino. En México hubo varios elementos que hicieron posible mi lenguaje y mi gusto, más allá de vivir dentro de un territorio. Y me pregunto ¿quién construyó a quién?  Por eso prefiero utilizar la palabra celebración, porque nos permite aceptar que en efecto hay la historia de un encuentro, de una acción sobre este territorio. Y esta acción la emprendí a través de las galerías que tuve aquí en México, con Chic by Accident, con las colecciones, con las colaboraciones que tuve con otros arquitectos, creadores, artistas.

 

¿Han sido esenciales tus colaboraciones en tu desarrollo profesional?

Sí, el diálogo es importante. Dudo mucho que este concepto de joie de vivre se pueda nutrir constantemente con solo uno mismo, sobre todo si yo me considero más como un creador. Requiero la materia prima: humanidad, sexualidad, academia, historia,  contenido en general. Entonces más me vale poder entablar un diálogo. Tengo la suerte de estar muy bien acompañado por amigos, por creadores: escritores, fotógrafos, arquitectos, chefs, pasteleros, en todos los ámbitos. Más vale prestar atención a lo que hacen los otros y después jugar una especie de ping-pong emocional, o ping-pong creativo con los demás.

 

¿Cómo es un día común y corriente de Emmanuel?

Existe una rutina: tomar café, leer el periódico El País. Salgo temprano de mi casa. La mañana es mi momento de empezar y preparar mi día. No es que empiece a trabajar temprano pero estoy despierto desde temprano y durante esas horas de soledad matutina pienso en la agenda del día, lo que tengo que hacer o posponer, entonces sí es un ritmo relativamente solitario, y después abro la galería y recibo a mis colaboradores. Este espacio es ya un territorio de trabajo, juntas, veo a clientes, checamos proyectos. Pero en la mañana me enfoco en mí mismo. 

 

¿Qué tan seguido te gusta mover objetos en tu espacio, tu casa? ¿Te encariñas con las cosas o es fácil para ti soltar?

Yo no soy coleccionista. Me fascina proveer de maravillas a los coleccionistas, a las fundaciones, a museos, a grandes colecciones privadas. Me encanta proveer algo que les va a sorprender y se va a transformar en su necesidad. Mi apetito íntimo en diseño es relativo. Sin embargo, mi apetito en arquitectura es inmenso. Yo prefiero construirme casas que comprarme muebles. Prefiero construir casas a mis clientes que amueblar las casas de mis clientes. Esto es nuevo, no lo hice desde siempre, pero desde hace como cinco años empecé a usar la herramienta arquitectónica como un medio de expresión. He hecho varias casas solo o en colaboración con otros creadores y es un modo de expresión sumamente interesante para mí. Volver a abrir la galería Chic by Accident aquí en la colonia Roma, en Ciudad de México, es como una especie de regreso a manera de una voluntad propia. La gente parece estar encantada, los clientes han regresado, los coleccionistas, las visitas vienen sin comprar porque gozan de una especie de curaduría quizás peculiar, y ahora también la galería está abierta no únicamente como una tienda de antigüedades, sino también como un encuentro con el diseño contemporáneo, con el arte de los siglos XX y XXI, con las artesanías. Ahora que regresamos a la colonia Roma se maneja una discreción. No hay letrero afuera, nada llamativo. Es un filtro para trabajar enfocado en la galería. Es un mercado chico y singular. 

 

¿Qué opinas de la sustentabilidad dentro de tu trabajo?

No hay nada más sustentable que tener una galería de antigüedades: es la manera de recuperar y cuidar algo que ya existe, darle nueva vida. Aparte de esto, cuando estoy en una región de bosque, sé que habrá mucha madera; si estoy en un terreno volcánico, utilizo piedra volcánica. Uso muchas cosas que son de territorio mexicano y así reduzco la huella de carbono. Defiendo en efecto los materiales y las creaciones que han sido producidas en el territorio mexicano. Lo tomo como una cuestión estética. Me fascina aportar a la reducción del agujero de la capa de ozono, pero mi discurso es relativo con esto. No soy el gran especialista ni mi arquitectura la puedo definir sustentable. Ahora bien, al valorar los elementos y los materiales que hay en este país, sí se aporta a la conservación natural. Me gusta mucho trabajar las casas en provincia para sentir realmente una especie de obligación geográfica. Mathias Goeritz hablaba de la arquitectura emocional y también de una geografía emocional. Intuyo de manera empírica que hay una geografía emocional en la cual podemos totalmente emprender en sensibilidad y acción nuestra capacidad de construir, de crear. En cambio, en la ciudad me siento atrapado en una representación más social que geográfica, no tan libre como en la naturaleza.

 

¿Hay algo que no te guste de México?

México es tan múltiple… Cuando algo no me gusta es porque no me gusta ni aquí ni en ningún otro lugar. No me gusta el dogma en general ni en particular. Ni el dogma en el gusto, ni el dogma en arquitectura, ni el dogma social, entonces me gusta ser un buen soldado para romper esas barreras. Me gusta mostrar que hay posibilidades y no limitaciones. 

 

¿Te gusta la moda?

Los creadores son los que me llaman la atención y me impactan. Tuve relación con grandes autores de la moda en Estados Unidos, en Francia, o fotógrafos de moda, o creadores/inventores de accesorios o de zapatos. Es un lenguaje que me conmueve bastante. En la moda hay gran libertad y en el ámbito hay inmensos trabajadores, grandes defensores de la libertad de creación. El único punto de discrepancia con respecto a la moda sería la obligación de presentar colecciones. Prefiero lo timeless y la permanencia. Hay presión de estar constantemente inspirándote y presentando nuevas temporadas. 

 

¿Te gusta cocinar? ¿Te gusta salir a comer?

Me gusta sentirme relacionado con los chefs. Me gusta platicar con ellos. No únicamente comer la comida que preparan, sino observar la preparación. Disfruto observar cómo se construyen y se acercan a su materia prima. Aprecio el trabajo previo. Igual con los músicos. Todo el trabajo anterior a un concierto al cual también acudo. Me parece sumamente interesante el proceso, libre y delicado. 

Ser cercano a un creador es para mí lo más luminoso. Me gustan los resultados y ver una exposición, escuchar un concierto, pero todo este proceso creativo me conmueve, es muy preciso.

 

¿En qué país o ciudad te gustaría vivir en un futuro?

Si fuese por obligación regresar a Francia, no iría a París; iría a vivir a Marsella.

Y si fuese para vivir en Europa, iría a Nápoles o las Islas Feroe, o al norte de Escocia. Tener chimenea, muchos libros, sentir el viento. Es el sueño guajiro de un vikingo que soy después de 20 años de vivir en México. Quizás solo aguantaría quince días de estar allá, por el clima (risas).

 

¿Te habría gustado dedicarte a alguna otra profesión?

Bailarín. Definitivamente bailarín de danza contemporánea. Lo descubrí desde pequeño, desde los diez u once años. Y por ende también me habría gustado ser coreógrafo. 

 

¿Qué lees?

Por el momento leo dos libros a la vez. Generalmente me gusta leer poesía. Hay meses en los que leo mucho y otros que no leo nada en absoluto, varía. 

 

¿Qué sigue para ti?

Necesito trabajar sobre la curaduría de las sorpresas que pretendo proponer aquí en la galería. Estar presente y seguir esforzándome mucho. Seguir proponiendo. Tomar riesgos, y esto necesita de mi parte concentrar mi energía en Chic by Accident, en México. Recibir propuestas de otros creadores y dedicar este espacio a que sea un lugar de encuentros. Necesito hacer un tejido con todos los elementos de energía, colaboradores, creaciones, ideas para crear una historia.