Mar y Ana, mejores amigas desde la infancia, buscan el lugar perfecto para la boda de Ana; no sin antes revivir su amor y deseo reprimido durante años. La película es la historia de un amor destinado al fracaso. Las dos viven reprimidas, alejadas. Quisieran estar cerca la una de la otra, pero ellas mismas se detienen. Son diferentes, pero al mismo tiempo una es el reflejo de la otra.
En español el título de la película, Mar I Ana se escucha Mar y Ana, los nombres de dos mujeres. En inglés esto mismo significaría Mar Yo Ana. El uso de la i latina funciona como una división y a la vez como un reflejo, en representación de lo que son estas dos personajes. Son tan iguales que parecen I (una misma) y a la vez son diferentes por su mentalidad, su educación, su familia, la sociedad que las rodea, la religión y los miedos que experimentan. A fin de cuentas, son personas tan frágiles y llenas de inseguridades y errores como lo somos todos. Mar y Ana son humanas.
Mar (día/futuro) y Ana (noche/pasado) están gobernadas por un regulador de luz natural en un mundo de iluminación falsa. La sociedad silencia sus pensamientos y les impone una norma irrompible. En otras palabras, una prisión mental. Quiero comunicarle al mundo, con esta película, que incluso en los momentos más oscuros se puede encontrar una luz que nos guiará hasta el final del túnel, que nada es imposible de alcanzar. No hay que rendirse, hay que seguir luchando.
Mar I Ana está hecha para quienes se ponen de pie, para quienes vuelven a intentarlo, para quienes creen que pueden, para quienes necesitan una mano, una palabra y, a veces, un par de oídos libres de juicios. Debemos ver la sencillez de la vida y del amor, y la importancia de valorar lo que tenemos, porque no sabemos cuándo terminará o se irá. Vivir hoy. Vivir ahora. Sin importar nada. Valorar, agradecer y no rendirse.