Memorias —descriptivas— y olvidos

En esta crónica personal e íntima, el arquitecto, Diego Orduño, discurre sobre los parajes simbólicos, materiales y espaciales a partir de su intervención en la Casa LAO, proyecto original de 1987 de Juan Palomar y Carlos Petersen, en Zapopan.

Ésta casa se encuentra en un gran jardín, por el cual han pasado los años y los personajes; es una casa, pero también es un cuento. Si es cierto que casas como ésta están hechas de espacio, también lo es que están hechas de tiempo. Y de personajes. Las casas como ésta son un personaje hecho de muchos otros personajes.

Como las casas son espacio, se encuentran en un gran jardín; como son tiempo, disminuyen la velocidad a la que se vive: demora, que viene de morar. Y también de morada. Algunas casas se encuentran dentro de grandes jardines porque han intentado huir de la ciudad, que es otro personaje hecho de muchos personajes. Ésta casa, además de personaje, cuento y jardín, también es una morada. Los ritmos de la casa se entienden cuando se acompaña a sus personajes —los personajes son los observadores del tiempo. Ésta casa está hecha de tiempos, que es donde habitan sus personajes.

Hay que decirlo con claridad: no todos los personajes de éstas casas son humanos: están las plantas, la alberca que quiere ser pila, el tejado ligeramente manchado por la humedad, un par de árboles inmemoriales, las piedras, los bichos del jardín, una bandada de pericos, el aguacate, las chayas, un par de perros, algunas torres, pirámides, obeliscos, simpáticas luminarias y otros tantos visitantes insospechados. Lo más importante de la casa son sus personajes y sus relaciones. Hay personajes que son muros, que están formados de simpáticos personajes similares a ellos pero más pequeños: los ladrillos. Hay personajes que son piedras, otros que son ventanas luminosas, patios insospechados, memorias, tiempos, colores y escaleras improbables.

La casa que es un cuento ha tenido muchas vidas, propias y de ajenos; cada una de ellas ha acogido a ciertos personajes, y aunque le avergüenza, tiene sus favoritos. El tiempo —personaje— es primo de la ensoñación y la memoria. Cuando la casa se derrumba, abandona o renueva, vidas pasadas y futuras siguen habitando en nuevos y viejos inquilinos: muros, fantasmas, plantas, sol, humanos, baldosas de cantera y bichos conviven a diferentes tiempos. No han faltado las personas que, en aras de amistar con los muy futuros pobladores de sus casas, dejen mensajes ocultos entre las piedra de sus patios. La memoria es un personaje que también está hecho de muchos personajes.

En ocasiones por las casas aparecen personajes arquitectos, que son muy parecidos a los inquilinos, salvo porque su estancia es considerable —y relativamente— más breve. Quienes somos personajes arquitectos, encontramos una escena de la casa que también es jardín que también es cuento; ponemos toda nuestra energía no para habitar el espacio que ocupa en conjunto todo aquello, sino para desaparecer y hacerlo vacío —habitable— al tiempo que permanece lleno de los objetos, luces, y sonidos que lo pueblan. Enorme paradoja la de los arquitectos, que decimos cosas que otros han dicho antes y construyen cosas que otros han construido antes. Los arquitectos traen a la luz personajes de la materia, el cuerpo y las imaginaciones (sonoras, lumínicas, anecdóticos telones, ladrillos y aire…) proponiendo en ella el hueco donde otras vidas puedan habitar, desplegarse, desarrollarse y ser miradas, consideradas y acogidas por otras vidas más.

Algunos registros se tienen: ésta casa pasó por las manos de dos arquitectos, Juan y Carlos, en 1987 (antes hubo otros que ya no se recuerdan). Sus personajes imaginarios y tangibles aún la pueblan con traslúcidas ventanas y memorias. Treinta y cinco años después, ha pasado por nuestras manos para participar como arquitectos del teatro del mundo que es un jardín, una casa, un cuento, una morada. Algunos arquitectos creemos en la arquitectura como cuento —llamada a narrar el mundo— y como relación entre personajes, acompañamientos y escuchas.

El escenario de los jardines y las casas no termina, es el congreso del mundo, una historia de arena. En mil años las piedras darán cuenta del devenir natural de los tiempos y las cosas. Entonces personajes y personajes y personajes serán irreconocibles unos de otros.

 

 

Casa LAO, Zapopan, México
Proyecto 2022 de Taller Diego Orduño
Proyecto 1987 de Juan Palomar y Carlos Petersen