Michelle Salas

Por Lety Sahagún
Fotografía: Ashley Frangie
Estilismo: Verónica Greye
Maquillaje: Carolina Ramos usando Rituel de Fille
Peinado: Michael Duenas usando Garnier para TMG-LA

 

Accesorios: reloj Panthêre de Cartier y brazalete Love de Cartier.

 

Nacimos cuando la comunicación cambió. Internet se fue colando en nuestras vidas en los 90, pero nadie visualizaba entonces de qué manera este y la tecnología permearían. En un abrir y cerrar de ojos se democratizó la información, se acortaron distancias, cambiaron los medios de comunicación, la manera en que conectamos con las personas y las aspiraciones de toda una generación. Desde entonces, sin tener mucho control, cambian nuestras vidas constantemente.

 

Somos una generación que ha concebido la capacidad de replantear y cuestionar muchos errores cometidos en generaciones pasadas. Nacimos con la tecnología a la mano, aprendimos a relacionarnos en redes sociales y a comunicarnos a través de teléfonos inteligentes que son imprescindibles ya en nuestra vida cotidiana. Tantas herramientas y recursos a nuestro alcance nos facilitaron la vida, pero también desataron una necesidad de compartir información que desconecta a la gente de conversaciones reales y entorpece la comunicación con quienes tenemos enfrente. Parece haber una falta de compromiso latente ante cualquier trabajo o causa que vaya más allá de una pantalla, la misma que les ha permitido a todos los usuarios desarrollar una personalidad crítica desde el anonimato de un teclado.

 

Con autonomía y libertad como motores, nacimos en una generación que sabe cuestionar, que resulta más inclusiva y diversa, que procura acumular más experiencias que riqueza. A pesar de ello, el mundo sigue tan dispar que para millones resulta inalcanzable siquiera el acceso a internet o a un teléfono móvil. Habría entonces que encontrar el eslabón entre estos jóvenes y su falta de compromiso para humanizarse o aterrizar todo lo que predican. Hablo de una generación que aproveche sus ideas, conexiones y herramientas tecnológicas para alcanzar los ideales de paz e igualdad de oportunidades que ninguna de las generaciones anteriores ha logrado siquiera palpar.

 

A la par de esto, crece el poder de los influencers o personas que a través de sus opiniones, estilo de vida y el contenido que generan en redes, marcan el curso de una generación que ahora escoge la información que quiere recibir. Algunos incluso tienen más followers y sus mensajes llegan a más usuarios que los habitantes de un país entero.

 

Justo en el marco de esta generación millennial nos acompaña en la portada de esta edición Michelle Salas. A pesar de todos los estigmas que la han acompañado desde que nació, Michelle es justamente una influencer que, al igual que la generación que la vio nacer, no entiende de etiquetas y prefiere sacudirlas mientras encuentra su camino y su propia voz a través de internet, su blog y sus redes sociales. Michelle comparte su día a día con cientos de miles de seguidores que directa o indirectamente se ven influidos por el contenido que ella misma crea.

Michelle Salas por Ashley Frangie

¿Quién es Michelle Salas?
Soy una mezcla de todo. Tengo muchas, muchas influencias de mi familia. No me gusta tener un estereotipo definido de quién soy. Me gusta ir experimentando conforme voy creciendo y desarrollándome en el mundo. Solo podría decir que soy alguien muy sincero que cuando ama, ama, que cuida muy bien de las personas que quiere, y alguien que le echa muchas ganas a lo que ama y a su pasión.

Me imagino que tuviste una niñez poco convencional. ¿Cómo fue crecer para ti?
Todo mundo cree que fue mucho más extraño y raro de lo que es. Mucha gente tiene esa visión desde afuera, dicen “su mamá cantante, su abuela actriz, su papá cantante”. Crecí en un torbellino, pero mi mamá siempre fue una persona que me enseñó los valores de la vida como a cualquier otra niña.

¿Qué tan difícil es estar frente a los reflectores y más cuando no es por elección propia? Es muy fácil para la gente usar etiquetas: la hija de, la hermana de, la nieta de… ¿Cómo encuentras tu identidad cuando siempre tratan de definirte en relación con otras personas?
Es un proceso que me ha costado digerir y más cuando naces en una familia en la que todo está expuesto y todo está en boca de todos. Tú no escoges a tu familia, naces ahí y solita vas forjando tu camino. Básicamente los primero años de mi vida, y luego en la adolescencia, me costaba mucho trabajo lidiar con la prensa. Yo no decidí ser actriz o cantante, yo era una niña normal, pero a la vez estaba en el ojo público y no sabía manejar eso. Cuando eres adolescente eres muy insegura, hasta que te empoderas y agarras las riendas de tu vida, y dices “soy de esta familia, pero soy yo”… hasta que empiezas a sentirte segura de ti misma. Yo todavía no había agarrado ese poder que ahorita siento. Ha sido un proceso y me ha costado.

¿Sientes que ya estás encontrado tu identidad, tu lugar, tu voz, tu espacio?
De unos cuatro o cinco años para acá he trabajado mucho en quién soy yo, qué quiero, a dónde voy, qué me gusta, qué no me gusta. Más como un individuo y no, como tú dices, con una etiqueta. Yo crecí con estereotipos, pero no soy nada de lo que ustedes piensan, más bien soy esto que yo les estoy diciendo. Ha sido un largo camino, pero estoy llegando a ese punto en el que me siento bastante cómoda con lo que soy y con lo que estoy haciendo.

Qué difícil quitarte las etiquetas porque tú y los tuyos saben quién eres, pero aun así a la gente le gusta opinar. No puedes pasar por la vida tratando de probarle a la gente quién eres y quién no.
A mí me da mucha risa porque la gente cree que, por ser yo figura pública, tiene el derecho de opinar si lo estoy haciendo bien o mal en la vida. Realmente creo que a mí las redes sociales me han ayudado muchísimo a ponerme en contacto con la gente que pensaba que yo era de cierta manera. Hasta que dije “esta soy yo”. La gente se sorprende mucho y dice “es que eres otra cosa diferente a la que imaginábamos”. Y siempre lo he sido, pero me han puesto una cara y una etiqueta que no es.

Pareciera que muchos años renegabas de este foco de atención, renunciando a ese camino trazado que a lo mejor lo hubiera hecho más fácil para ti. Pero has empezado a encontrar tu propia voz, ¿te gusta estar otra vez en el ojo público ahora que es por decisión propia?
Ahorita ya es otra historia. Cuando empecé a salir a eventos públicos realmente seguía en la escuela, no tenía nada que decir que no fuera sobre mi familia o de un chisme. Siempre he pensado que los platos sucios se lavan en casa. Ahora es muy diferente, obviamente queda la típica persona que te dice: “ay, sí, bueno, estás ahí porque tu papá te ayudó”. Siempre va a haber eso, ya lo asimilé y uno no viene a caerle bien a todo el mundo.

Lety Sahagún por Ashley Frangie

Esta edición de Cream habla de la generación millennial, y un poco de la forma en la que tú encontraste tu voz fue a través de internet y redes sociales. En este mundo en el que todo cambia radicalmente, ¿cuáles crees tú que sean las ventajas y las desventajas de esta forma de comunicación?
Yo creo que es el uso que le des. Internet es una plataforma viral. Tú subes algo y se enteran de aquí a Australia. Somos una generación que ha ido cambiando mucho, nos encanta la información inmediata. Queremos todo el tiempo estar informados de lo último. Hay gente que lo usa para ayudar, fundaciones, sacar a relucir algo, una voz. Una de las razones por las que yo empecé un blog, fue porque me gustaba el contacto con la gente y el poder inspirar a chavitas. A mí me inspiran mucho las redes sociales y el internet, siempre estoy interesada en aprender algo. Hay gente que lo usa para mal, pero si lo usas para inspirar, para ayudar, para correr la voz de algo que pueda ser positivo, creo que es algo bueno.

Este término de influencer no es casualidad: lo que subes a tus redes influye en las decisiones de las personas que te siguen. ¿Qué te gustaría que la gente imitara de Michelle?
Que no importa realmente de dónde vengas, ni cuánto tengas, simplemente siempre tienes que mantenerte real y fiel a ti mismo. Yo puedo venir de la familia que vengo, pero soy una persona a la que le gusta trabajar, echarle ganas: que nunca se dejen de sorprender, de inspirar, que no importa de dónde vengan, que tengan la misma ambición.

Pareciera que lo que vemos en las redes sociales es totalmente irreal: aplicaciones que editan todo, momentos posados, relaciones perfectas. Parece todo como una puesta en escena…
A mí siempre me ha gustado la fotografía. Me encantan las polaroids hoy más que nunca porque captan un instante muy real: es lo que es, no lo puedes editar. Hoy tenemos aplicaciones que modifican las fotos y se pierde un poco la esencia, porque ahora ya todo es photoshopeado. Yo creo que lo que ya no es real se vuelve monótono y aburrido.

¿Quién es la persona más interesante que has conocido en tu vida, o la que más te ha marcado?
Yo siempre he dicho que es mi bisabuela, porque tengo una conexión muy rara con ella. Me inspira mucho, desde chiquita la he visto muy en alto. Obviamente mi mamá y mi abuela también. También Carolina Herrera: cuando trabajé con ella todos los días iba a la oficina, se involucra con su marca. Me enseñó que en la vida puedes tener el balance perfecto entre tener una familia y ser exitosa. Para mí ella realmente lo tiene todo.

¿Alguna persona que te haya inspirado a cambiar el rumbo de tu vida?
Yo creo que mi papá me ha ayudado a darme cuenta de muchas cosas que quiero en la vida y muchas otras que no. Ha sido una gran inspiración pero, de sus vivencias y lo que me ha contado, he aprendido a decir: “¿sabes qué?, por aquí no”. Él ya tocó fondo, o ya se dio con esa piedra, y eso me ayuda a darme cuenta de la importancia del trabajo y la disciplina ante todo, y por otro lado también a decirme “mejor aquí no te metas”. Es un buen balance entre cosas buenas y malas lo que le he aprendido.

¿Cuándo te sientes más libre y cuándo sientes miedo?
Siento miedo cuando hablo en público, tengo pánico escénico, me pone muy tensa. De chiquita me encantaba hacer teatro, show, y de la nada se me quitó. Por otro lado me encanta escribir. Siempre traigo una libreta con una pluma y cualquier cosa que se me ocurra la escribo. En los aviones me siento muy libre, apago el teléfono y me desconecto de todo.

¿Qué momentos han cambiado tu vida?
Cuando me fui a vivir a Los Ángeles, fue muy duro. No conocía a nadie, fue empezar de cero. Mi tatarabuela fue alguien que me marcó mucho y cuando se murió me cambió la vida. Yo estaba en mi fiestita de cumpleaños y ella en el hospital, y ese día se me quedó siempre grabado.

¿Cuál es el mejor consejo que has recibido y de quién vino?
El mejor me lo ha dado mi bisabuela. Ella tiene mucha vitalidad, siempre me ha sorprendido la edad que tiene y todo lo que hace. Cómo se levanta todos los días y se va a la oficina. Un día le pregunté cómo le hacía y me dijo que la vitamina más eficaz para la vida es trabajar en lo que amas. Si la vida te da la bendición de poder trabajar en lo que amas, tómala por los cuernos y nadie te puede parar.

En nuestro país, ¿por qué es importante, como mujeres, ser independientes, ser trabajadoras, y luchar por lo que queremos?
Yo lo traigo de familia. Vengo de un matriarcado de mujeres que nunca se han echado para atrás, ellas nunca lo han pensado dos veces. Desde mi bisabuela, mi abuela, mi tía Alejandra, mi mamá, todas. Creo que vivimos en una generación en la que las mujeres tienen más voz, más voto, muchas más ganas de emprender cosas, no necesariamente sacrificando tener una familia, pero yo me muero si dejo de trabajar, porque es algo que me llena las venas, me apasiona. Es un muy buen momento, más que nunca nos tenemos que unir como mujeres. Dejémonos de envidias y malos rollos y más bien empoderémonos. Unámonos para salir adelante.

Y hablando de todas las mujeres que han marcado tu camino, ¿qué significa para ti ser una mujer Panthère?

Cartier tiene un lugar muy especial en mi corazón porque, desde muy chiquita, una de las imágenes que tengo grabada es de mi bisabuela usando un anillo de Panthére. Mi mamá tenía un reloj Panthére, es una marca que se siente muy cercana a mi familia. Es muy especial y así ha sido mi experiencia con Cartier, muy cálida. Nunca pensé que iba a trabajar con la marca del anillo que más admiraba de mi abuela, una marca icónica. Es para mí difícil de creer y estoy muy orgullosa de colaborar con la marca.

Y ahora que has llegado hasta aquí y colaboras con la marca, ¿cómo la percibes?
Cartier es una de esas marcas que como niña veía súper inalcanzable, muy clásica y ahora me parece muy interesante este giro que ha dado y cómo le ha dado oportunidad a la gente de mi edad de sentirse parte de la historia. Ya no la veo como algo inalcanzable, me puedo comprar yo mis joyas. Todos los millennials nos sentimos como que es algo que está a nuestro alcance, algo que tiene el coolness que buscamos.

¿A dónde quieres llegar, con qué sueñas?
No sabes lo que quieres hasta que llega un momento en tu vida en que ya lo tienes clarísimo. Yo vivo en el día a día. No me gusta tanto pensar cómo me veré en diez años. Me gusta ir viendo cómo me siento, cómo voy evolucionado como persona. Amo la moda, amo la fotografía, amo escribir. En algún momento me gustaría hacer una marca. Y por otro lado, en la sangre traigo algo y a veces digo “¿y si me pongo a cantar?”. No me gusta limitarme, si mañana quiero grabar una canción, lo hago. Me gusta vivir al día.

¿Y si cantas?
Canto. Tocaba la guitarra, me gusta cantar. Siempre me ha gustado mucho la música, pero tengo tanto rollo detrás y tanta presión… Por eso siempre me la he pensado dos veces, porque soy una persona reservada. No voy a salir así nomás, la gente es tremenda. Pero no descarto nada, la verdad.