¿De dónde jalas la energía para que tu trabajo se vea genuino y no actuado?
Son dos elementos principales: la observación, cómo se comportan las personas parecidas a mis personajes, y la imaginación, que es la herramienta de todo creador, artista o intérprete. Con la técnica llegas al personaje, pero con la intuición, vuelas. Conforme vas haciendo personajes, es como si les hicieras un traje nuevo. Al terminar el proyecto, cuelgo el traje en un clóset que se va haciendo cada vez más grande. Vas creando un armario de experiencias y personalidades y creaciones que puedes usar para tus próximos personajes.
Háblame de Tiempo compartido.
Cuando el director me buscó para la película, me lanzó un guion que era complicadísimo, con teorías sobre vidas paralelas y distintas dimensiones, sobre cómo todos los seres humanos estamos ligados, y estaba padre, pero era un tratado filosófico. Luego fue evolucionando; el guion en que participé es otra cosa. La maravilla que tiene esta película es que se tomaron el tiempo que tenían que tomarse. Es un gran privilegio, como actor, como gente de cine, participar en un proyecto que se tomó el tiempo necesario. La filmación se pospuso dos veces para hacer correcciones al guion. Por fin logramos filmarla, hicimos tomas de añadidos para mejorar la historia, algo que casi no sucede en México. Por eso la película ganó en Sundance el premio al mejor guion en World Drama, y en donde se presenta, impacta muchísimo. La historia tiene que ver con la crítica a la voracidad del capitalismo, la falta de humanidad en los corporativos. El cine en México puede dividirse entre el cine de arte y el cine comercial, pero Tiempo compartido se encuentra en medio de estos dos mundos.
¿Cuál es el mejor halago que has recibido y de quién vino?
De mi papá, en mi debut. Yo debuté en teatro con una obra de Francisco Franco, en el Telón de Asfalto, aquí en la Ciudad de México, que se llamaba Actos indecentes: los tres juicios de Oscar Wilde, y yo hacía al amante de Oscar Wilde, era el foco de infección de la obra, me acostaba con todos, le hacía pedazos la vida a Oscar Wilde, todo giraba alrededor de la homosexualidad. Al inicio de la obra veías a once hombres completamente desnudos, tirados en diferentes puntos del escenario. Yo, nerviosísimo, porque mi familia viene de Culiacán, es muy tradicional. Pero al día siguiente, en el desayuno, les pregunté qué les había parecido la obra, y mi papá me dijo: “Te voy a decir la verdad. Se me olvidó que eras tú, y me fui con la historia.” En ese momento sentí que era el mejor halago.
¿Estás feliz en donde estás ahora? ¿Con qué sueñas?
Estoy muy feliz. Sueño con, desde la posición en la que estoy, contribuir a que cada persona logre cumplir sus propios sueños. Sueño con que cada persona se sincronice con su propia personalidad, que se libere de prejuicios y todos puedan crear, ser quienes realmente son, y generar a partir de eso corazones más contentos y por ende un mundo mejor. Sueño también con un país más justo, equitativo, incluyente, en donde género, raza, religión, no sean impedimento para que quepamos todos. En México hay mucho para todos. Y, ahora que tocas el tema de los sueños, tengo un proyecto sobre un documental sobre patrimonios de la humanidad en México, que se llama Soñemos México. Somos el país con más patrimonio en Latinoamérica, y a partir de este legado, se hace un recorrido por la gente que habita estos patrimonios, sus sueños, sus anhelos. El proyecto está en espera, pero haremos todo para que se concrete.