Morgan Lugo

A pesar de que el campo del arte y sus disciplinas mantienen desde hace tiempo los mismos mecanismos para exhibir, legitimar o promover talentos creativos, no podemos negar que la llegada de internet ha permitido expandir los límites de lo que antes solo era tarea de galeristas y curadores. Gracias a las diferentes plataformas de la web, las experiencias estéticas se han multiplicado y podemos acceder con mayor facilidad a miles de talentos. Antes  hubiéramos tenido que recurrir a múltiples intermediarios para dar con ellos. 

Este es el caso de Morgan Lugo, un fotógrafo y bailarín profesional que ha aprovechado la internet para hacer que su trabajo se propague. Con un perfil de Instagram activo (entre otras redes), Morgan (estadounidense que reside en Bélgica) ha dejado ver un trabajo visual pulcrísimo que complementa su quehacer corporal en la danza. Su constante práctica apela al cuerpo y sus despliegues (la relación entre fotografía y danza no puede ser más explícita). El estilo de Lugo nos permite reconocer esos lugares donde la expresión no depende de un código concreto (palabras, versos, narrativa coherente), sino que los matices son vastos. En una contradicción fascinante, una tensión que surge en fotografías estáticas que adulan —a manera de espejos— el detonante de la danza: el movimiento. Platiqué con él al respecto de su trabajo en ambas disciplinas y sobre lo que lo ha formado como artista.

¿Qué disciplina te define más? ¿La danza o la fotografía?

Siempre he sido y siempre seré bailarín. Es algo que está dentro de mí y ha estado desde que era muy joven. Las tablas del piso en la cocina de mi madre comenzaron a crujir porque yo bailaba en ellas cuando era niño. Es instintivo.

 

¿Cómo terminaste viviendo en Bélgica?

Bélgica sucedió por mis circunstancias. Mi director es alguien cuyo trabajo he apreciado y seguido por muchos años. Trabajamos juntos por primera vez en 2015 cuando bailaba para una compañía en Los Ángeles. La experiencia fue increíble y nos mantuvimos en contacto. En 2017, cuando sentí que necesitaba un cambio, me acerqué a él y las cosas simplemente se acomodaron.

 

Tu trabajo fotográfico es muy corporal, supongo que por la relación que tienes con la danza. Aun así, la fotografía es estática, ¿qué te permite explorar esta técnica que la danza no?

Hay un cierto tipo de presión que sucede cuando eres bailarín: los nervios y todo eso. Cuando estoy detrás de un lente es una comodidad diferente. A veces es más fácil aprovechar esos instintos que tenía bailando en la cocina de mi madre, cuando tengo una cámara en la mano.

 

Defínete en tres palabras.

Nunca estoy satisfecho.

 

¿Qué te inspira?

La fragilidad.

 

¿Qué artistas o escuelas de pensamiento han influido en tu trabajo?

Guy Bourdin y Nan Goldin. Realmente cambiaron mi forma de entender la creación de imágenes.

 

¿Estás trabajando en algún logro profesional?

Quiero dedicarme por completo a hacer fotografías. Y me encantaría encontrar una agencia o una galería que me represente. También me muero por retratar a más músicos.

 

¿Y personal?

Mantenerme curioso.