Nos sentamos, escuchamos, discutimos

Un recorrido con Jorge Méndez Blake

La obra del artista Jorge Méndez Blake (Guadalajara, México, 1974) establece relaciones entre las artes visuales y la literatura a través de estrategias como el dibujo, la escultura o la intervención. “Nos sentamos, escuchamos, discutimos”, su exposición más reciente, se lleva a cabo en la galería OMR de la Ciudad de México (Córdoba 100, Roma Norte) a partir del 7 de noviembre. Fernanda Aragonés recorre la muestra en compañía del artista y entabla un diálogo con él acerca de esta nueva propuesta, que se vale del mural y otros formatos para abordar el papel simbólico del poeta, vinculado con la democracia como agente, y convierte al anfiteatro en un protagonista capaz de transmitir la posibilidad de escucha, discusión y vida comunitaria.

Me gustaría hacer de esta entrevista una plática con la que recorramos tu exposición, y dejar que los temas surjan…

Lo difícil de una entrevista es cómo empezar. Las exposiciones no las empiezas como un guion, empieza todo muy mezclado y con los meses vas afinando y acabas con algo aparentemente aterrizado, que tal vez no lo está tanto. En esta exposición hay tres ideas fundamentales (que están en tres murales): la idea del anfiteatro, ideas alrededor de la poesía, e ideas acerca de la democracia.  El mural de la democracia es una lista sencilla, la llamo “Cosas que aprendí sobre la democracia”; son ideas que no tienen el afán de ser una verdad absoluta. Simples meditaciones elementales. La exposición parte de, y se centra en esas tres líneas. El anfiteatro es un elemento arquitectónico que combino con la literatura, como siempre, mediante la poesía, y ahora además con la idea de democracia. El anfiteatro funciona como intermediario o símbolo de la posibilidad de democracia. Esa es la idea principal. La pieza central es la reconstrucción (a una cuarta parte de tamaño) del escenario del teatro de Dionisio en la Acrópolis de Atenas. Ahí, en el siglo v antes de Cristo, durante el festival de Dionisio, sucedieron las primeras representaciones de los poetas griegos. Sófocles, Esquilo, todos ellos. Son las primeras representaciones teatrales de la historia. Los historiadores dicen que a partir de ahí se empezó a crear un sentimiento de comunidad entre ellos, esto creó una base para que la gente se reuniera a hablar de democracia. La democracia no fue algo que se inventó de cero, sino un concepto que naturalmente se fue creando entre los habitantes de, en este caso, Atenas, a través de una colaboración con quien estaba al mando. Para mí esto funciona como el principio de todas las cosas: la idea de democracia como concepto abstracto, utópico, ideal y que además era, para los atenienses, muy diferente al que tenemos ahora. Ellos tenían esclavos y cosas que no se entienden dentro de la democracia actual. Pero tenían la primera idea de que todas las personas en la ciudad podían participar de las decisiones. Eso es fundamental.

La idea de democracia desde una forma de relacionarse, más allá de una forma de gobierno.

Hay una diferencia, yo creo, entre la idea de democracia y la democracia que es/hace política. Y esa parte política no se ve tanto aquí, quise irme un paso atrás, a la cuestión más abstracta, más universal: el principio de la democracia, el que tiene que ver con la idea de comunidad, de juntarse y escuchar, de ver una obra de teatro que escribió alguien más, una tragedia o una comedia. Estas esculturas son anfiteatros, desarrollos de un proyecto arquitectónico alrededor de la idea de un teatro. Lo que los griegos llamaban teatro (anfiteatro es más romano). Estos son desarrollos y variaciones de eso. Piezas de mármol sólidas. Cada una es distinta, tiene una inclinación precisa. Esta pieza replica con exactitud los seis grados de inclinación que muestra el escenario de Atenas. Donde la pongas, tendrá que ser colocada con la misma precisión de inclinación. 

Volvamos a los murales de tus textos. Son una serie de ideas bastante básicas en torno a temas sumamente complejos. ¿Nacen de ti?  

Son retazos que he ido escribiendo con el tiempo, listas que se han conformado a través de los años. Todo surgió de la primera lista a la cual llamé “Cosas que aprendí sobre las bibliotecas”. La empecé con seis elementos, la crecí hasta llegar a veinte, un buen número, para poder trasladarla a lo visual. Con ella conformé un mural y funcionó bien, de ahí la decisión de que fueran veinte ideas. Pero siempre las considero trabajo en proceso. Empecé con la de la biblioteca, seguí con la lista de lo que aprendí sobre la escritura, luego vino la de poesía (más bien, la de escritura evolucionó hacia allí). Para esta exposición hice específicamente la lista de democracia, pero todas acaban conectadas entre sí, son una utopía.

 

Los conceptos se entrelazan de lo general a lo particular…

Desde lo universal se unen muchas cosas, desde lo particular pues… depende la situación. Depende del poema, del tema… Si vas a tipologías particulares podría ser que esto no tuviera nada que ver con poesía. Pero desde la generalidad hay muchos puntos interesantes que se interconectan. Eso me gusta mucho. Luego viene esta división de las artes, que es muy contemporánea. La idea de las especialidades (que es reciente) la entiendo, pero también era increíble cuando las cosas no necesitaban ser tan específicas, cuando eran las bellas artes y nada más. La arquitectura estaba al lado de la música, y la música a lado de la poesía, y esta al lado de la escultura. Ahora todo se ha separado. Hasta las conversaciones tradicionales en la época moderna entre un poeta y un escultor, o un poeta y un pintor, que hacían cosas inspiradas uno en el otro, ahora son casi imposibles. Hay intentos, pero muy complicados.

¿Tendrá que ver con la hiperconectividad? Estamos tan conectados que se respira cierta necesidad de “autenticidad”, de estar generando cosas “nuevas”. ¿Será esa sed la que provoca estas separaciones o es el curso natural de una “evolución” (aunque a mí no me parece para nada evolutivo)?

Pues, no sé, jajaja, ¿Qué opinas? Por un lado, se me figura que la especialización fue un curso natural de la evolución de las artes, y que en la época moderna (entre las décadas de los 20 y los 50) seguían ciertas cosas entrelazadas con otras. Luego, en la época posmoderna todo se empezó a hacer específico y puntual. Las cosas se empezaron a desmembrar. Desde ahí es un curso natural de la creación y del pensamiento. Por otro lado, tiene que ver con esta cosa de la globalización, que vuelve imposible mantener las cosas generales; hay tantas cosas, que te das cuenta de lo complejo que es el mundo: es ya tan accesible en todos los sentidos que los conceptos necesitan aislarse.

 

Tú haces todo lo contrario. Unes conceptos y métodos. Fusionas mundos/disciplinas y los vuelves una tercera entidad. 

Sí, hago una cierta combinación… aparenta ser mezclada, pero no es tan mezclada.

No lo digo como algo negativo, todo lo contrario, eso es parte de lo que llama la atención de tu trabajo, lo que lo vuelve móvil, ágil. No se estanca, no se aquieta. La obra no solamente existe, tiene vida y creo que proviene de esa comunión. A mí me causa conflicto ver una obra y que el “alma” resida en una explicación o en una historia que no habite la obra misma. No creo en las piezas que necesitan explicarse para generar una conexión. Una pieza debe de moverte o no. Lo demás es un acto burdo e innecesario. Lo tuyo tiene un fondo que no interrumpe, abre un recorrido interno. El significado no sustenta la pieza, convive con ella, en ella. 

Yo soy como tú, la verdad. No creo que el artista tenga que explicar las obras. Trato de no hacerlo. Y si no estoy ¿qué o qué? Me da una flojera impresionante. El 95 por ciento del tiempo no voy a estar. La obra tiene que abrir cosas en el espectador por sí misma, y este irá escarbando lo que tenga que escarbar… Cuando empecé a hacer arte estaba muy inclinado a la literatura y con esta influencia conceptual de los 60, todo muy meditativo e intentando ser “filosófico”; ahora me doy cuenta que cada vez lo que quiero es alejarme de eso. Quiero hacer cosas lo más sencillas posibles. Por no decir simples. Que puedan generar el mayor efecto posible.

Creo que esa meditación y esa filosofía nace de la conversación entre la pieza y el mundo de quien la observa. 

Claro, y si la pieza es exitosa eso debería ser suficiente. Si no sucede, pues no sucede. No todas las piezas son buenas. También depende de quién las está viendo. Si no te gusta la arquitectura, por ejemplo, esta se te puede hacer una exposición aburridísima. Pero no se puede, tampoco, crear pensando en un público. Los procesos de trabajo son específicos. A veces llego a las cosas de forma sencilla, a veces de forma rebuscada, pero con el tiempo he intentado hacer las cosas lo menos rebuscado posible, y me doy cuenta de que al final el efecto es mejor a estar inventando cosas donde no hay. Cada vez me molesta más. No puedo con el artista que explica su obra.

¿Cómo entiendes la arquitectura? Seguro tienes una apreciación muy particular. ¿Cómo la definirías?

Pues, la verdad no sé, jaja. Es difícil definirla. No es algo en lo que piense… pero, bueno, mi entendimiento de la arquitectura es más desde el lado escultórico: me interesan mucho las maquetas y proyecciones a otra escala. Me interesan las ideas alrededor de la parte plástica de la arquitectura, las formas y tipologías que hay en ella. Pero más por el lado del lenguaje abstracto de la misma. Las ideas sobre la construcción y lo habitable.

Pero… el lenguaje es sumamente habitable.

Por supuesto. Pero no me interesa el proyecto de una casa habitación ni cómo se resuelve. Me interesan ciertas cosas abstractas de la arquitectura, que llevan a discutir otros temas que no son propios de la arquitectura. La tipología del pabellón, la idea de la biblioteca… No es que me interese hacer un proyecto específico de una biblioteca; me interesa cómo la biblioteca puede ser el reflejo de la manera en que administramos la cultura. Entonces, ahora con el anfiteatro, me atrae el cómo con la tipología del anfiteatro se pueden discutir otras cosas que no tienen que ver con cuánto mide la grada, el escenario… Me interesa que se pueda discutir sobre poesía y sobre democracia a través de ese proyecto arquitectónico. Me interesa la arquitectura como lenguaje, así lo defino. Sin comparar. Y las posibilidades que abre de discutir otros temas que no tienen que ver con ella.

La idea de esta exposición, ¿surgió hace mucho tiempo o fue algo que sucedió de pronto? 

Surgió el año pasado. Yo quería un verano poético este año. Quería hacer un anfiteatro escala 1:1 donde hacer lecturas de poesía, pero con el covid no se pudo, y entonces lo que era el apoyo de esa exposición (proyectos de anfiteatros, dibujos, esculturas de mármol) se convirtió en la exposición tal cual. En los próximos meses queremos generar esas lecturas de poesía aquí, pero no sabemos si podremos. 

¿Te interesa más la parte sonora o la parte visual de la poesía?

Te diría que lo visual, porque es lo que hago. Pero creo que la parte sonora, cuando alguien está leyendo o declamando de forma en la que parece que está casi rapeando, es increíble. Es una energía que no existe en el libro. Hay ciertos poetas que no tolero escuchar pero, por ejemplo, escuchar a escritores como Juan Rulfo es una maravilla. 

Hace algunos años te entrevisté, nuestra plática se centró en poesía y en Emily Dickinson porque tenías una exposición basada en su obra. Literariamente ¿dónde está tu atención ahora?

Estoy haciendo un proyecto muy largo sobre Utopía. He estado leyendo constantemente el libro de Tomás Moro de Utopía. Voy a un lugar que se llame Utopía y le escribo cartas a Tomás Moro (como si estuviera yo en la isla de Utopía)… casi siempre son hoteles (descubrí que hay muchos hoteles en el mundo que se llaman así). Me llevo una máquina de escribir y le escribo como un viejo amigo…. es un proyecto que va creciendo muchísimo.

“Nos sentamos, escuchamos, discutimos”
Jorge Méndez Blake
Galería OMR
Córdoba 100, Roma Norte
Ciudad de México