Arturo Beristáin ha comentado en entrevista que Retrato hablado es una obra didáctica en tanto se propone acercar la obra del poeta al público actual, tender un puente, facilitar la comprensión de su obra. En ese sentido, estamos más frente a un ensayo dialogado con recursos escénicos que ante un texto dramático tal cual: la acción, que transcurre en el estudio fotográfico de los hermanos Casasola en 1921, no es sino un pretexto para narrar la vida de López Velarde y comunicar algunas reflexiones críticas sobre su poesía.
Sin embargo, esta fórmula, lejos de resultar monótona, se vuelve entretenida, cercana, divertida por momentos, cuando el sentido del humor se mezcla con la interpretación de los poemas. La interpretación de Antonio Rojas es clave para que la figura de López Velarde deje de ser sagrada y manifieste su humanidad. No nos encontramos frente al “poeta nacional” sino ante el hombre que se rodea de mujeres, a veces chapucero, juguetón, seductor y siempre enamorado más por afán poético que por vínculos verdaderos.
Dolores (Ana Paola Loaiza) y Matilde (Mireya González), alumnas de Ramón, quieren regalarle un retrato por su cumpleaños número 33. Asisten al estudio fotográfico donde las recibe Miguel Casasola (Arturo Beristáin) y los tres esperan la llegada del poeta. Ellos no lo saben, pero Ramón ha muerto esa misma mañana, de modo que nunca acude a la cita. Sin embargo, en calidad de fantasma, escucha la conversación de las dos amigas con Miguel, está presente en esa pequeña fiesta entre los tres, pues han decidido acompañar la espera con conversaciones y vino.