Una película de policías

El nuevo proyecto cinematográfico del director mexicano, Alonso Ruizpalacios, Una película de policías, se estrenó en noviembre de 2021 en Netflix a la par que en salas tradicionales. Lo llamo proyecto porque es una apuesta audaz e interesante por entrecruzar dos estilos narrativos que suelen ir separados: la ficción y el documental.

 

En esta cinta, conocemos la historia de Teresa y José de Jesús. Una historia de amor junto con una historia de frustraciones, fracasos, impotencias y círculos viciosos. Pues la historia de Teresa y José de Jesús es la de una pareja de policías mexicanos que se enamoraron en una patrulla recorriendo las calles de la Ciudad de México y sus alrededores. 

 

Por medio de interesantes y originales recursos audiovisuales y narrativos, Una película de policías salta de la ficción al documental con una astucia casi risible que solo alguien que ha vivido los absurdos de la vida cotidiana mexicana puede entender. Y en este vaivén, la película no solo se queda en su papel estilístico sino que con una sutiliza imperceptible, pone el dedo en la llaga de una manera muy particular sobre un tema que desde hace ya décadas conmueve al país entero: la seguridad y la desconfianza de nuestros cuerpos policiacos. Y nos vamos a rascar la base social y política, pero también emocional, de un sistema que parece carcomerse día con día. 

 

Charlé sobre este vaivén narrativo y su comentario político con Daniela Alatorre y Elena Fortes, productoras de la película, así como con Mónica del Carmen, la actriz protagonista que interpreta a Teresa y cuya habilidad interpretativa nos lleva a lo más profundo del sistema policial mexicano y nos regresa a la realidad en solo tres líneas —provocaciones que solo el buen cine puede hacer.

Daniela Alatorre y Elena Fortes (productoras).

¿Qué motivó e inspiró un proyecto como Una película de policías?
DANIELA ALATORRE Y ELENA FORTES: Esta película fue el primer proyecto en el que nos embarcamos cuando creamos No Ficción en 2017. La idea nació a partir de mucha impotencia ante la enorme impunidad en México y el no entender las entrañas de un sistema tan disfuncional. Esta búsqueda nos llevó primero a explorar los laberintos de los ministerios públicos y tratar de entender por qué hay tantos casos sin resolver, o que incluso ni se reportan. En el proceso, entrevistamos a muchas personas dentro y fuera del sistema para tratar de entender dónde estaba el primer eslabón roto entre ciudadanos y el sistema de justicia. El punto de partida fue un estudio que realizó el IMCO en torno a la corrupción. Fue así que llegamos a la policía y a nuestros personajes, Teresa y Montoya. Desde nuestras primeras conversaciones enfocadas a la policía dos sentimientos se volvieron recurrentes en lo que escuchábamos: miedo y desconfianza. Constantemente nos preguntábamos: ¿en qué momento y cómo llegamos al punto de temer a la policía?, cuando en la década de 1970 la gente festejaba sus esfuerzos y respetaba su autoridad, dentro y fuera de la institución.

Otro de nuestros objetivos en No Ficción era experimentar con los límites de la no ficción, y ver si ese juego entre ficción y documental podría generar nuevas perspectivas de nuestro entorno. Este documental marcó el inicio de ese camino. Desde un inicio queríamos trabajar con Alonso Ruizpalacios, porque su trabajo nunca deja de sorprender al espectador, y su trayectoria en teatro y ficción permitiría la innovación formal que buscábamos. Es un proyecto que ideamos principalmente para México, y todo el trabajo fílmico de Alonso de alguna manera es como una carta de amor a México.

¿Cuál fue el mayor reto en el diseño de producción?
DA y EF: Hubo muchos retos que surgieron a partir de este cruce de ficción y documental, y durante un periodo tan largo de trabajo, pero desde el inicio todos acordamos seguir un proceso muy abierto que nos sacará de nuestra zona de confort. Sabíamos que solo así podríamos ofrecer una experiencia única para el espectador. Algunos retos se debieron a limitaciones presupuestales, otros a situaciones que tenían que ver con la seguridad de los personajes; pero otros fueron retos autoimpuestos. Uno de ellos fue filmar un parto real. Alonso no quería usar el dummy del bebé que utilizan en todas las películas de ficción porque es muy falso. Tuvimos que encontrar a una mujer embarazada, que tuviera planeado tener un parto en casa, que aceptara utilizar el vestuario de la escena de ficción que ya habíamos rodado y tener a un fotógrafo (Martín Boege) cargando una cámara con lentes anamórficos en un momento muy íntimo. Muchas cosas podrían haber salido mal, pero afortunadamente con esta película se alinearon los astros y logramos grandes proezas como esta.

Ante la crisis de seguridad que se vive desde hace años en México, ¿qué implicaciones o impactos creen que tiene una película como esta?
DA y EF: Pues definitivamente buscamos que nutra la conversación y que ofrezca una perspectiva distinta a un problema que no es nada nuevo. Concebimos este proyecto desde un inicio como una película que fuera acompañada de una campaña de impacto social, que pudiera utilizar la película como punto de partida para poder impulsar un cambio institucional. Lograr que el espectador tenga una percepción distinta de la policía al final de la película ya es un primer paso en esa dirección. Todos tenemos responsabilidad en la crisis que vivimos, y creemos que la capacidad del documental para humanizar al “otro” ya ofrece un punto de partida más constructivo para resolver las problemáticas más arraigadas. La salida de la película en cines y en Netflix marca el inicio de otro viaje, el de la campaña de impacto, que estará a cargo de Alexandra Zapata y recorrerá universidades, academias de policía y comunidades a lo largo y ancho del país.

Tratar el tema policíaco en México es un callejón sin salida y creo que eso queda demostrado en la película. Sin embargo, ¿creen que el ejercicio deja una puerta abierta a imaginar otras realidades posibles, más esperanzadoras?
DA y EF: Sí, definitivamente. No creemos que sea un callejón sin salida. Si no, no hubiéramos hecho esta película. Justamente queremos cambiar la conversación en torno a la seguridad en México, que se ha vuelto muy estéril. El debate de seguridad no es nuevo. Lo que es nuevo es el punto de encuentro para ciudadanos y policías que pone sobre la mesa esta película. Creemos que se puede generar un cambio de abajo hacia arriba si podemos reconstruir el vínculo entre la ciudadanía y la policía para exigir mejores condiciones de seguridad. El entendimiento mutuo es fundamental para lograr reconstruirlo.

¿Cuánto tiempo duró el rodaje?
DA y EF: El rodaje se llevó a cabo en partes, entre noviembre de 2018 y septiembre de 2019. La primera parte consistió en las entrevistas a profundidad con nuestros personajes principales, a partir de los cuales se escribió el guion. Después filmamos a Mónica del Carmen y Rául Briones en su proceso de inmersión en las academias de policías, en patrullajes y en su preparación para interpretar a nuestros personajes. Finalmente, realizamos el rodaje de ficción y algunos pick ups. Fue un rodaje inusual que respondía al propio proceso de la película.

¿Cómo fue el proceso de selección de locaciones? ¿Cuál fue la clave para destrabar la maquinaria burocrática y oscuro que rodea a las corporaciones policiacas en México
DA y EF: En realidad aprovechamos las oportunidades que nos brinda el documental para filmar muchas de las escenas. A falta de presupuesto y autorización para filmar en un estadio, por ejemplo, a nuestro productor en línea, Juanelo Hernández, se le ocurrió aprovechar que era la marcha Pride ese fin de semana para insertar a nuestros actores ahí. Eso nos permitió también que se generarán situaciones afortunadas, en las que personajes reales respondían a una situación ficticia para elucidar una realidad. Además tuvimos una muy estrecha colaboración con la Policía de Ciudad Nezahualcóyotl, quienes nos brindaron acceso a su academia y los patrullajes. La policía de Neza es un ejemplo de un modelo exitoso de proximidad ciudadana (tienen uno de los mayores índices de confianza ciudadana), y una capacidad para mirarse a sí mismos de manera crítica y sin dejar de ver las deficiencias que atraviesan a la institución. Es por ello que nos acercamos a ellos desde un inicio.
Además conseguimos la autorización de la Academia de Culiacán y de la Ciudad de México para que pudieran ingresar Raúl y Mónica sin que los maestros o demás cadetes supieran que eran actores. Nuestros asesores a lo largo del proceso de investigación fueron clave para abrir esas puertas y forjar esos vínculos de colaboración.

¿Cuál fue tu mayor reto al interpretar un personaje tan particular?
MÓNICA DEL CARMEN: El mayor reto fue patrullar con policías reales, porque no sabía a lo que me iba a enfrentar, fueron momentos con mucha incertidumbre.
Cuando estamos patrullando y estamos con las niñas que están en una situación complicada, es algo que me toca mucho y me desencajó, porque ya no era una actriz dentro de un documental, sino una persona vestida de policía. Me dio mucha impotencia y tristeza el no poder hacer nada.

¿Qué implicó un ejercicio de interpretación cuyo estilo se disuelve entre el documental y la ficción?
MDC: Tanto Raúl como yo, ya habíamos hecho inmersión actoral en un proyecto llamado Safari en Tepito, en el que trabajamos con personas del barrio, un barrio bastante estigmatizado por violento.
Sin embargo, este proceso en Una película de policías fue mucho más largo y arduo, un proceso donde muchas veces habían ejercicios en los cuales no estaba la cámara, entonces lo vivíamos lejos de la protección de alguien de producción o de la misma cámara, estábamos solos en las academias; entonces siempre estaba el reto de estar en un perfil de cadetes en entrenamiento con o sin cámara para prepararnos en la parte documental y que la narrativa siguiera en las grabaciones.
Por lo tanto fue un proceso complejo para nosotros como personas, del actor-personaje, trabajar estos dispositivos ficcionarios por una lado y también vivir la parte documental y bitácoras.

Mónica del Carmen (actriz).

¿Cómo fue la relación con Teresa?
MDC: Fue una relación que se dio al final, ya que Alonso Ruizpalacios no quería que nosotros viéramos a los personajes para que no los copiáramos, solo los conocimos a través de los videos y entrevistas.
Sin embargo, cuando llegó el momento de conocernos en persona, casi al final del rodaje, fue algo muy emotivo. Conocer a tu personaje casi nunca se da, fue muy especial para mí. Teresa y yo tenemos muchas cosas en común en la forma en la que nos expresamos y en cómo vemos la vida; hoy en día tengo una relación muy buena con ella.

¿Cambió en algo tu perspectiva sobre la situación de seguridad en México?
MDC: Sí completamente, desafortunadamente al conocer quienes son los policías en México, me di cuenta que la mayoría son personas con pocas oportunidades; muchos vienen de comunidades indígenas o alejadas de la ciudad y ven el ser policía como una posibilidad de tener un oficio, sin que realmente les nazca una vocación.
La situación de la inseguridad en México es algo que definitivamente tiene que cambiar y empezaría a partir de la seguridad y bienestar laboral y humano de las personas que son policías.

¿Cuál fue la escena que más te gustó hacer y la que más trabajo te costó?
MDC: La escena que más trabajo me costó fue el salto de la plataforma de 10 metros, me preparé arduamente, entrené mucho, muchos días; fue todo un reto para mi porque no estaba planeado. Estuve veinte minutos en la plataforma hasta que lo logré, fue una escena que disfruté mucho porque me superé a mi misma, fue un reto que vencí, estar concentrada y tener el valor de hacerlo; me llenó de satisfacción verla en pantalla y que fuera el final de la película, me sentí muy feliz.

¿Qué es lo que más les gustó y lo que más les costó de llevar a cabo el proyecto?
DA y EF: Lo más difícil fue encontrar cómo podrían encajar el documental y la ficción. Uno de los descubrimientos clave en este proceso fue que los policías también actúan y juegan un papel para el cual no están capacitados. El paralelo de actuación entre los actores y policías fue una columna vertebral de la visión creativa de la película. El trabajo de montaje que hizo Alonso con Yibrán Asuad y Liora Spilk fue sin lugar a dudas desafiante y excepcional.

MDC: La escena del salto y el lip sync, trabajé muchas horas en lograr la manera de respirar, las pausas que tiene Teresa para hablar, me parece maravilloso dentro de la película.

La película tiene una intención doble: la política (hacer un comentario sobre la vida policial en México) y la artística (una propuesta narrativa original y arriesgada). ¿Creen que en algún momento se cruzan ambas intenciones? ¿Cuál consideran que causa mayor impacto en el espectador?
DA y EF: Sí, creemos que para generar una conversación distinta hay que ofrecer una experiencia distinta. Creemos en el poder que tiene el cine documental para generar nuevas perspectivas sobre nuestras propias comunidades y sobre nuestra relación con la policía y la impunidad. Buscamos entretener, proponer en la forma, hacer una buena película, con una gran manufactura y a la vez sensibilizar al espectador sobre las condiciones bajo las cuales opera la policía. Es un viaje que cada uno de los que participamos en la película vivió por sí solo. Cada uno distinto, pero sí podemos afirmar que no concluimos ese viaje con la misma percepción de la policía con la que lo iniciamos. Y transformar una percepción es el punto de partida para cualquier transformación social; porque puede llevar a cambiar nuestro comportamiento, nuestra comunidad y las instituciones.
Ojalá que el poder pensar de manera diferente sobre nosotros mismos y nuestra participación en la corrupción sistémica, nos obligue a comportarnos de otro modo en nuestra interacción con la policía. Para nosotros sí fue el caso, sólo por ser parte de este proyecto.

MDC: Siempre he creído que el arte es una posibilidad de ser un agente de cambio ante las cosas, ya que se pasa la realidad por varios filtros, narrativos, estéticos, de discurso, los cuales engloba la cuestión política, social, de modo que puedes ver la realidad a través de los ojos de las personas que que hacen Una película de policías.
Creo que este proyecto pretende ser el viaje del espectador por medio de estos avatares que somos Raúl y yo en esta inmersión que busca humanizar a la policía con todas las complejidades.
Esa es la posibilidad que da el arte y espero que el espectador pase de la misma manera, de ver a la policía de una manera más que compleja, menos uniforme.
Por otro lado, a mí me gusta mucho ver películas y leer libros porque no solo sintetizan un modo de percibir la realidad, sino que es una selección especial de las personas que realizan la pieza y siento que el que sea este filtro, que pase por nuestros sentimientos y razones, hacen que llegue a nuestra percepción de otra manera.
Una película de policías narra muchas complejidades de la policía, así como también su humor, cuestiones que conmueven, del porqué funciona así en esta realidad, lo que comen, lo que ganan, sus relaciones laborales con sus mandos, todo lo que engloba la vida de un policía y creo que esto, permite que el espectador tenga un impacto emocional y social.